Green Dog Blues / El Blues del Perro Verde

Now, let me tell you…
When a green dog gets blue, you’ll never know unless you dare look them in the eye. They still put on a brave face, a warm smile and go about their daily life as if they’d never once thought of anything remotely sad. But when you look at them closely and hold their gaze, they’ll get nervous and be evasive-which they’re usually not. In fact, green dogs are famous for not being very diplomatic or prone to be politically correct.
Polite, yes if possible. Politically correct, probably not.
There are quite a few things that can make a green dog blue, but they can be summed up in just two categories.
1. Not being listened to. Or being talked down to. Basically, being ignored. It reminds us more often than not of just how weird we are, and some days, when the world is rough, and the bleak winds of too much solitude howl their way into our hearts, we just want a friendly hand to reach out to us. Sometimes it seems more like we try our best to push everyone away, only we want to see if it’s true that our loved ones accept us, crazy and all, or not. Yeah, green dogs are not perfect, mind you, though we’d like to believe we are.
2. Overthinking. This is a killer. It drains the life from us. We tend to live inside our heads because it’s where we’re more comfortable. We’ve learned to mistrust friendly advances at first and when we finally come out of our shell, more often than not people tend to look at us as if we were truly green. We use a lot of energy to try and fit in as far as possible without losing ourselves entirely. Green dogs excel at looking normal…until we feel comfortable and start revealing our thoughts.
These two main categories can be synthesised in one major issue: the fear of never belonging, never quite fitting in, never being accepted or understood, even by those nearest and dearest. No, I don’t mean not being held accountable. I mean never feeling free to express ourselves and just BE. This is a fear so deep rooted it makes us whimper in agony.
And now this green dog will start dancing in the kitchen (salsa) because it’s a surefire cure to green dog blues!
Goodbye blues, hello Celia Cruz!
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Bueno, pues os cuento…
Cuando un perro verde está de bajón, no lo sabrás si no te atreves a mirarles a los ojos. Pondrán una sonrisa, buena cara y seguirán con su vida diaria como si nunca se les hubiera ocurrido pensar en nada triste. Pero si los miras con atención y les aguantas la mirada, se pondrán nerviosos y contestarán con evasivas, cosa que no son habitualmente. De hecho, los perros verdes son famosos por ser poco diplomáticos o inclinados a ser políticamente correctos.
Educados, sí. Políticamente correctos, probablemente no.
Hay varias cosas que pueden entristecer a un perro verde, pero se pueden resumir en dos categorías.
1. No ser escuchado. O ser tratado con condescendencia. Básicamente, ser ignorado. Nos recuerda a menudo lo raros que somos, y algunos días, cuando el mundo está revuelto y los aullidos del viento de la excesiva soledad nos llegan al corazón, necesitamos una mano amistosa a la que sujetar. A veces parece más que estamos alejando a los demás. En realidad queremos ver si es verdad que nuestros seres queridos nos aceptan, con todas nuestras locuras. Sí, los perros verdes no somos perfectos aunque nos gustaría creer que lo somos.
2. Pensar demasiado. Esto es matador. Nos chupa la vida. Tenemos tendencia a vivir en nuestra cabeza porque es donde más cómodos nos encontramos. hemos aprendido a desconfiar de propuestas amistosas al principio, y cuando finalmente salimos de nuestro caparazón, la mayoría de las veces la gente nos contempla como si realmente fuesemos…verdes. Los perros verdes son muy buenos camuflándose como ‘normales’…hasta que estamos cómodos y revelamos nuestros pensamientos.
Estas dos categorías se sintetizan en un solo tema: el miedo a nunca pertenecer, nunca encajar del todo, nunca ser comprendido ni aceptado por los más cercanos y queridos. No, no me refiero a no pedirnos cuenta de nuestros actos, sino nunca sentirnos libres de expresarnos y SER. Éste es un miedo tan arraigado que nos hace gemir de angustia.
Y ahora, este perro verde va a bailar a la cocina (salsa) ¡porque es una manera segura de vencer a la melancolía del perro verde!
Adiós, melancolía. ¡Hola, Celia Cruz!